Con cada pieza que diseña, Luisana Moreno, fundadora de Araya Accesorios, celebra el arte de lo hecho a mano y la belleza de lo auténtico. Su historia combina pasión, resiliencia y propósito: emigró, reinventó su camino y convirtió un hobby en una marca artesanal con identidad propia. Hoy, sus creaciones tejidas a mano, coloridas, tridimensionales y llenas de vida, son reflejo de mujeres reales, fuertes y únicas. Araya estará en el Fashion Corner de Days to Shine Miami. En esta conversación, nos abre su mundo creativo y nos recuerda que cuando el arte se hace con el corazón, brilla por sí solo.

¿En qué momento nació tu pasión por el diseño y lo artesanal?

Desde los siete u ocho años comprendí la relevancia de la comunicación no verbal. Siempre he creído que la capacidad de combinar tendencias, piezas básicas y elementos atemporales, especialmente aquellos hechos a mano, es esencial para definir la identidad personal y proyectar lo que queremos transmitir. 

Estudiaste Recursos Humanos. ¿Cómo diste el salto de esa carrera al mundo de los accesorios y la moda?

Estudié Recursos Humanos porque me apasiona promover conexiones y la comunicación entre las personas. Tras emigrar a Colombia con mi familia, tuve que replantear mi camino profesional para poder cuidar de mis hijos y, al mismo tiempo, seguir creando. Fue entonces cuando decidí entrar al mundo de la moda y el arte. Comencé a estudiar técnicas de tejido para dar vida a las ideas que imaginaba y que no encontraba en ningún lugar.

¿Qué significó para ti emigrar a Colombia y cómo influyó esa experiencia en el inicio de Araya?

Emigrar a Colombia fue, al principio, un gran desafío: dejar atrás mi país, mi familia y mi trabajo no fue fácil. Pero con el tiempo se convirtió en una experiencia maravillosa que me permitió sumergirme en una nueva cultura y fusionarla con la mía a la hora de diseñar. Siempre quise que Araya fuera una marca colombiana con alma venezolana. De hecho, el nombre representa un hermoso lugar en Venezuela, conocido por sus paisajes exóticos y sus colores únicos.

¿Cómo fue ese proceso de convertir tu hobby en una marca con identidad propia?

Fue un proceso increíble. Al principio no pensaba en crear una marca; solo buscaba distraerme con algo que amaba. Comencé a tejer y perdía la noción del tiempo. Cuando empecé a usar mis creaciones, muchas personas me preguntaban dónde podían conseguirlas, y ahí comprendí el impacto que generaban. Ese fue el momento en el que reconocí mis capacidades como artista y comencé a darle forma a la identidad de una marca artesanal.

Tus piezas se distinguen por ser tejidas a mano y tridimensionales. ¿Qué te llevó a explorar este tipo de técnica?

Siempre me han fascinado las formas y los contrastes de color. Descubrí que trabajar con cristales japoneses, por su tamaño uniforme y su amplia gama de tonalidades, me permitía crear formas precisas, profundidad y un brillo muy especial.

Has estudiado colorimetría y cálculos de espacios en tejidos. ¿Cómo aplicas esos conocimientos al momento de diseñar?

La combinación de colores y las técnicas de tejido son elementos esenciales en mis diseños. Dependiendo de la profundidad que quiera lograr, experimento con diferentes tipos de tejido y contrastes, guiándome por el círculo cromático, las tendencias y las temporadas actuales. Las figuras geométricas, las líneas, las curvas y las estrellas forman parte del ADN de Araya. Siempre realizamos muestras para visualizar los colores, el peso y el equilibrio visual en el rostro antes de finalizar una pieza.

¿En qué te inspiras a la hora de crear nuevas piezas?

Mi mayor fuente de inspiración son las mujeres y su diversidad de personalidades. Me quita el sueño lograr que cada una se sienta protagonista al llevar un diseño Araya. Por eso, adapto tamaños y formas para realzar su estilo sin sacrificar comodidad.

Siempre quise que Araya fuera una marca colombiana con alma venezolana»

Mencionas que cada diseño se inspira en mujeres que han influido en tu vida. ¿Podrías contarnos de alguna pieza con una historia especial detrás?

Eva es uno de los diseños más icónicos de la marca, inspirado en mi tía Evelyn: una mujer alegre, elegante y especial que siempre llevaba una flor en el cabello, y que hoy ya no está en este plano. Creé este diseño hace cinco años, durante su enfermedad, y afortunadamente ella pudo conocerlo. Eva fusiona la esencia de una flor y una estrella, convirtiéndose en una pieza tridimensional que ha perdurado en el tiempo y se ha convertido en un bestseller. Más allá de su valor simbólico, me emociona recibir mensajes de clientas que cuentan cómo esta pieza impacta y complementa su estilo.

¿Qué deseas que sientan las mujeres cuando usan Araya?

Quiero que cada mujer que luzca nuestras piezas sienta que eleva su look y se empodera en cualquier ocasión. Cada diseño lleva un pedacito de mí: ha sido creado a mano, con amor y atención al detalle. Además, cuidamos que sean livianos, para que la comodidad sea siempre parte de la experiencia Araya.

Cuando se crea desde el corazón, nace una obra de arte imposible de replicar»

¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con un equipo de madres artesanas venezolanas y colombianas?

Ha sido profundamente gratificante. La mujer venezolana y la colombiana tienen en común su fuerza y su dedicación. Ver cómo la historia de Araya, que nació del deseo de una madre de crear desde casa para pasar más tiempo con sus hijos, se expande ayudando a otras madres a generar ingresos y compartir momentos con sus pequeños, me llena de orgullo y felicidad.

¿Qué retos has enfrentado al liderar una marca artesanal en un mercado tan competitivo como el de la moda?

El principal reto ha sido competir en un mercado global dominado por la producción en serie. Las marcas artesanales requieren más tiempo, materiales de calidad y procesos cuidados, lo que eleva los costos. Además, mantener la distribución sin perder autenticidad es todo un desafío. A medida que la demanda crece, la capacidad de producción debe equilibrarse con la calidad. Por eso creo que tener una identidad clara y una pasión genuina por lo que hacemos es la clave para perdurar.

¿Qué importancia tiene para ti mantener la esencia artesanal en un mundo dominado por la producción en masa?

La creación artesanal es invaluable. Cada pieza hecha a mano es única y transmite la pasión de quien la elabora. Cuando se crea desde el corazón, nace una obra de arte imposible de replicar. Esa singularidad es su mayor valor y por eso creo firmemente que el arte manual nunca debe desaparecer.

¿Qué te hace brillar?

Creo que mi brillo está en la conexión emocional que logro entre cada pieza y quien la lleva. Mis accesorios no solo adornan: transmiten energía, emociones y fuerza. Cada diseño tiene alma, y cuando esa emoción se refleja en quien lo usa, siento que mi propósito se cumple.

 

 

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