La idea tradicional de sentirse en casa puede no resonar con todos. Para algunas personas, especialmente las que, como yo, han emigrado, viven alquiladas o priorizan las experiencias sobre la estabilidad física, el concepto de «casa» va más allá de cuatro paredes. Si te encuentras en una situación similar, aquí tienes algunas sugerencias para cultivar esa sensación de hogar en tu vida, sin importar dónde estés.
SI NO ES UNA CASA FÍSICA, ¿QUÉ ES?
Mi novio le llama “la base de operaciones”. Es el título perfecto para ese lugar que es lo suficientemente cómodo para dormir y planificar tus próximas movidas, pero no es ese espacio al que regresar cuando te quieres sentir segura. Si en tus prioridades no está tener una casa, quizás es tu versión aventurera la que tiene el timón y solo quiere viajar, vivir nuevas experiencias y ver todas las posibilidades antes de elegir un lugar. No es fácil hacer las paces con una aventurera interna cuando la necesidad de estabilidad es grande. Y cuando digo estabilidad, me refiero a esa sensación de asimilar dónde y cómo estamos. Decir, por ejemplo, “soy libre, estoy en mi espacio, soy amada, tengo compañía y apoyo cerca, siento paz y seguridad”, cosas que, por lo general, sentíamos en nuestras casas maternas.
En el caso de una emigrante, sentirse en casa poco tiene que ver con un lugar físico, pero sí con momentos muy específicos de nuestras vidas. Por eso me creé el objetivo de identificar los momentos que me hacen sentir segura y en paz, los que construyen mi casa interior en armonía. Aquí te comparto algunos:
- Cuando tengo citas conmigo misma. En mi caso, amo ir al cine sola y llorar viendo películas que me conmueven. O regalarme una noche de teatro y vestirme fancy. A veces es algo más simple, como comprarme mi postre favorito y tomar un baño largo.
- Cuando me permito ser vulnerable en pareja o con personas importantes en mi vida.
- Cuando paso horas en videollamada con mi familia y con los amigos que están lejos. Mantener el contacto en la distancia crea una sensación de arraigo donde quiera que estés.
- Cuando salgo a bailar. La paz no siempre es sinónimo de tranquilidad. Bailar puede ser una excelente forma de liberación y conexión con tu esencia. Sentirse en casa también implica sentirse libre y en armonía con una misma.
- Cuando soy yo misma, consciente del presente y disfrutando de estar viva. Incluso en cualquier parte del mundo. Así es como sentirse en casa se hace realidad.
Te invito a hacer este ejercicio y a identificar lo que realmente te hace sentir en casa. Al final, no importa si tu prioridad es amoblar y decorar tu espacio físico o lanzarte a conocer el mundo. Si le das a tu casa interior lo que necesita, más que una casa, tendrás un hogar.
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