Desde niña, mi cabello siempre fue una fuente de inseguridad para mí. Me llamaban «pelo malo», palabras que aunque fueran dichas sin malicia, dejaron una profunda huella en mi confianza y me hicieron sentir menos atractiva en comparación con mis amigas que tenían «pelo bueno».
En la infancia y la adolescencia, la personalidad y la autoestima se moldean y, en mi caso, la televisión no ayudaba. Las princesas tenían el cabello largo y lacio, para nada como el mío. Le insistí tanto a mi papá que, finalmente, me alisaron el cabello a los 14 años. Sentí que era el día más feliz de mi vida. Las familias, sin darse cuenta, normalizan términos despectivos que pueden causar un gran daño emocional y llevarnos a no aceptarnos.
Siempre les digo a las chicas de mi comunidad que cuando decidí dejar mi cabello al natural, fue porque me había cansado del tedioso proceso de mantenerlo lacio. Sufría de migrañas fuertes y era agotador pasar todo el día en el salón de belleza. Empecé a investigar sobre los estilos y los productos adecuados para mi textura y así fue como comencé a conocer, a amar y a aprender a cuidar mi cabello. Me fui reencontrando conmigo misma y la gente notaba lo saludable que estaba mi cabello. Eso me motivó a compartir mi experiencia en las redes sociales creando mi plataforma Afroaguacate.
¡Me había redescubierto! Fue como quitarme una venda de los ojos y ver lo fuerte y valiente que realmente soy. Sin embargo, en ese entonces, el cabello rizado seguía siendo muy discriminado. Me criticaban y en un empleo me obligaron a alisarlo. A pesar de todo eso, me mantuve firme en mi decisión. Fue difícil, pero mi cabello natural me hizo más fuerte y resiliente. Aprendí a valorar mi propia opinión y a no ceder ante la presión social.
La transición capilar es un proceso que requiere tiempo y paciencia, pero vale la pena. Si tú tienes una historia parecida a la mía y aún no te atreves a dar el paso, solo debes recordar que la verdadera belleza reside en ser fiel a ti misma. Tu cabello no define tu inteligencia ni tus competencias y no necesitas cambiar nada de ti para cumplir estándares de belleza externa. Tienes el control de cómo te sientes y nadie te puede ofender sin tu consentimiento. Tu cabello al natural es digno de ser admirado y de brillar, ¡llévalo con orgullo!
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