Seguramente, has visto en redes sociales frases como “aprende a amarte”, “establece límites”, “abandona todo aquello que te hace mal” y, por supuesto, “no dejes de brillar”. Estas frases parecen muy simples, pero a veces no explican que necesitamos coraje para tomar tales decisiones.

Ahora bien, ¿qué es brillar?, ¿cómo se logra eso?, ¿qué tengo que hacer para que, además de sentir que estoy brillando, el resto pueda percibir esa luz? Aquí es donde el camino se empieza a poner complejo porque brillar no es otra cosa que ser tú misma y sentirte orgullosa de quién eres.

Brillar es el reflejo de aquello que has estado trabajando interiormente, seguro que por mucho tiempo. Es haberle puesto la cara al dolor, al sufrimiento, al desengaño, a la traición, entre tantas otras situaciones, y poder darte cuenta de que, después de todo lo aprendido y lo vivido, te quedas solo con una cosa: contigo y con tu amor propio.

Para brillar, necesariamente tienes que partir de la primera dimensión del amor propio, que es el autoconocimiento. No puedes querer o amar algo que no conoces, entendiendo que quien eres hoy, quizás es muy distinto a quien eras la semana pasada, hace tres meses o un año. Cuando llegas a tener claro quién eres hoy, cómo eres hoy, qué te gusta, qué no te gusta, con qué sueñas, cuáles son tus luces y tus sombras, pasas a la segunda dimensión de este concepto, que es la autoaceptación.

Está comprobado que en esta dimensión los hombres tienen más facilidad para aceptar sus luces y mucha dificultad para asumir sus sombras. A las mujeres, en cambio, les cuesta un montón aceptar sus luces, pero aceptan sus sombras fácilmente. Esto, sin duda, tiene miles de explicaciones socioculturales, que no calzan dentro de este tema, pero, en la medida en que trabajamos por aceptarnos como somos, pasamos a la tercera dimensión, que consiste en establecer el autocuidado. Para cuidarte necesitas estar alerta a las señales de tu cuerpo físico. Además, debes prestar atención a las señales de tu cuerpo mental, como son tus pensamientos, emociones, energías y tu conexión con lo espiritual.

Cuando entiendes que para tomar cualquier decisión te tienes que colocar en primer lugar con el fin de cuidarte y, de esa manera, estar en mejor posición para dar lo mejor de ti a los demás, es cuando empiezas a comprender este maravilloso concepto de amor propio.

Una vez has trabajado esta forma de cuidarte, conocerte y aceptarte, entras a la cuarta y más importante dimensión del amor propio, la autoprotección. La autoprotección consiste en aprender a poner límites, a decir que no, a actuar de acuerdo con dos cosas que no se negocian en la vida: la paz interior y el logro de tus sueños. Implica no hacer nada que te lleve a mentirte o contradecirte, para que desde ese lugar puedas relacionarte con los demás con generosidad.

No hay nada más generoso que el amor propio. Nada que te pueda hacer brillar más que haber aprendido que con la única persona que vas a estar 24 horas todos los días hasta que te vayas de esta dimensión, es contigo misma.

Entonces, te darás cuenta de que brillar no es nada fácil, que para poder hacerlo necesitas una conexión profunda con tu alma, con tu ser, mucho más que una conexión con aquello que haces. Es mirar hacia adentro, reconocer toda tu historia, tus caminos, tus aprendizajes y, desde ese lugar, salir con fuerza a cumplir cada uno de tus sueños.

Brillar es ser consecuente y congruente. Es amarte profundamente con tus luces y sombras. Por lo tanto, ¡te invito a no dejar de brillar!

 

@pilarsordooficial

 

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