Cuando nace un bebé, también nace una madre, y esa transformación despierta sentimientos diversos.
La maternidad es un viaje con una variedad de emociones que incluyen alegría, amor, ansiedad e inevitablemente, el peso de la culpa. Un sorprendente 87 % de las madres se sienten culpables en algún momento y el 21 % informa que se siente culpable “todo el tiempo”.
Este sentimiento de culpa nace de la inseguridad y el sentido de insuficiencia en la búsqueda de ser una buena mamá o la mamá perfecta. Las estadísticas sobre el sentimiento de culpa de las madres reflejan las complejidades emocionales de la maternidad y la enorme presión que existe para cumplir con las expectativas sociales y personales.
Muchas veces ese peso inicia en pleno posparto cuando no desciframos por qué llora el bebé, no logramos establecer la lactancia materna o cuando el parto no fue como lo soñamos. En medio de esa revolución de hormonas, si los planes o la forma en que imaginamos todo no resultan, sentimos culpa. Creemos que hay algo que no estamos haciendo bien y que no estamos dando lo mejor a nuestro hijo. Nos sentimos culpables por tener ganas de hacer muchas cosas y cuando finalmente nos animamos a hacerlo, llega el malestar por haber dejado a nuestro bebé.
Para aprender a lidiar con esta sensación de culpa, es necesario comprenderla. Es una respuesta a nuestras expectativas irreales. Lo que nos imaginamos que sería la maternidad se intensifica por los mensajes sociales que a menudo relacionan la buena maternidad con el autosacrificio, perpetuando la creencia de que las necesidades de una madre deben ser secundarias a las de sus hijos. Las redes sociales, aunque son una fuente de información, también pueden intensificar este sentimiento al exponernos a ver mujeres que proyectan una maternidad “perfecta”.
En esta parte del proceso de crianza, es clave practicar la autocompasión, establecer expectativas realistas y buscar apoyo profesional, si sientes que lo necesitas, para navegar este trayecto emocional y encontrar tu propio camino en la maternidad. Alinea tus expectativas con la etapa que estás viviendo y reconoce que estás dando lo mejor de ti con lo que sabes y lo que tienes. Recuerda que, aunque este es un nuevo e importantísimo rol, tu vida tiene otras facetas que también son parte de ti y tu bienestar depende de que puedas disfrutar cada faceta sin sentir que le estás fallando a tus hijos. Al final, lo esencial para que ellos estén bien, es que su madre se sienta bien. ¡Ánimo, lo estás haciendo maravillosamente, porque lo haces desde el corazón!
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