Depresión: La invitada no deseada del posparto
La depresión posparto es como una visitante no deseada que decide quedarse un poco más de lo esperado después del nacimiento de un bebé. Aparece entre las cuatro y 30 semanas del puerperio y prolonga su estadía por más de dos semanas, generando un estado anímico bajo y la incapacidad de experimentar placer en actividades que antes se disfrutaban.
Es como si fuese una nube que sigue a la madre, opacando la experiencia de maternizar y afectando su forma de interactuar con el mundo, su autoestima y sus relaciones interpersonales. Lo más preocupante es que si no se aborda, sus efectos pueden extenderse mucho más allá del primer año de vida del bebé, dejando una marca duradera.
La depresión posparto afecta del 20 al 30 % de las mujeres y puede enturbiar la relación entre mamá y bebé, generando vínculos inseguros y afectando el crecimiento y desarrollo de los pequeños. Se ha observado que los hijos de mamás con depresión posparto sin tratar, tienen más probabilidades de enfrentar problemas de comportamiento a largo plazo y corren el riesgo de sufrir violencia intrafamiliar. Además, tienden a recibir menos atención médica (como chequeos y vacunas), así como rutinas de cuidado diario cambiantes.
ANTE UN CUADRO DE DEPRESIÓN POSPARTO, LA MADRE:
- Se molesta fácilmente por cosas pequeñas y siente que explota de enojo con frecuencia.
- Puede encontrarse constantemente pensando en cosas que hizo o no y sintiéndose culpable por ellas.
- Puede tener dificultad para concentrarse o recordar las cosas como lo haría normalmente.
- No tiene la sensación de disfrute ni energía que antes tenía. En cambio, siente apatía o falta de motivación.
- Se siente abrumada y que no manejar desafíos y situaciones estresantes.
- Experimenta cambios en el sueño, el apetito y la actividad sexual y social.
- Ocasionalmente, presenta pensamientos desagradables e incluso suicidas, que pueden exacerbarse debido a la falta de confianza en sí misma, a expectativas irreales de la maternidad y a tener una baja autoestima.
El tratamiento debe considerar múltiples factores, como su intensidad y cómo está afectando tanto a la madre como al bebé. Al revisar distintas investigaciones, se ha encontrado que los medicamentos parecen funcionar mejor que las intervenciones. Sin embargo, aunque los antidepresivos son la opción más efectiva para revertir la condición clínica, hay evidencia de que las terapias psicosociales y psicológicas también pueden ser útiles.
Lo más importante es que, para despedir adecuadamente esta inesperada visita, se intervenga a tiempo con un especialista, porque si no se detecta a tiempo, puede tener consecuencias graves para la salud de la mamá y el bebé.
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