Cómo fomentar el amor propio desde las tres dimensiones del ser
El reconocido autor irlandés, Oscar Wilde, decía: “Amarse a sí mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida”. Es una frase que, además de certera, tiene mucho que ver con las prioridades que tenemos los seres humanos en los últimos tiempos, ya que se ha puesto muy de moda hablar de amor propio. Sin embargo, constantemente me pregunto: ¿sabemos realmente lo que es? ¿conocemos formas de cómo cultivarlo y el impacto que puede tener en nuestras vidas?
Según la Real Academia Española, el amor propio es definido como el amor que alguien se profesa a sí mismo. Se escucha muy lindo, pero no es tan fácil de practicar y mucho menos de mantener en el tiempo, pues implica un proceso de autoconocimiento y de aceptación personal sana de quien verdaderamente se es; además, de un esfuerzo constante de atención a las necesidades y deseos propios. Para cada persona, el amor propio puede traducirse en diferentes cosas; sin embargo, es importante que este se alimente desde las tres dimensiones del ser: física, emocional y espiritual. Aquí te comparto algunas ideas de cómo podemos fomentarlo:
- Al caminar al aire libre, meditar y/o cuidar la alimentación.
- Al disfrutar tiempo de calidad con familiares y amigos.
- Planeando un viaje o unas vacaciones placenteras.
- Permitiéndonos hacer cosas que nos gusten: ir al cine o al spa.
- Relacionándonos con personas que nos llenen de alegría y felicidad.
- Dedicando tiempo a escuchar nuestra música preferida.
- Al tener productividad laboral evitando el estrés insano y el agotamiento.
- Poniendo límites claros ante ambientes y relaciones que nos drenan y roban la paz.
¿En qué nos beneficia esto?
Enlistados estos ejemplos, es importante resaltar que aunque el amor propio no se manifieste de igual forma para todos; las acciones conscientes que hacemos, con la intención de agradarnos, mantener nuestro bienestar y experimentar felicidad, paz, tranquilidad o autorrealización, también son sinónimos de este tipo de amor.
Cuando hablamos de amor propio es importante destacar que: el autoconcepto (lo que pienso de mí) y la autoestima (la valoración que le otorgo a eso que pienso), intervienen directamente en mi capacidad de amarme, y por ende, me ayudarán a mejorar el amor que me profeso, pues me permitirán sentirme o no merecedora. Asimismo, la crianza, el cuidado recibido y las creencias sobre la afectividad que me hayan acompañado a lo largo de mi vida, también promoverán o limitarán que establezca acciones amorosas a mi favor.
Practicar el amor propio, es una forma de encontrar dentro lo que por lo general estamos desorientadas buscando fuera”
Practicarlo impregna en nosotros sensación de prioridad. Nos hace sentir importantes y alimenta nuestra estima. Por esta razón, podría decir que al cultivarlo favorecemos nuestra salud física y nos protegemos de enfermedades psicológicas como la depresión, el estrés y la ansiedad. Además, nos permite conectar con momentos de felicidad, por lo cual aumenta nuestra calidad de vida.
Experimentar este tipo de amor también nos garantiza generar mejores relaciones amorosas con quienes nos rodean, pues como bien dice el dicho popular: “No podemos dar lo que no tenemos”, o al menos no sanamente.
Celebrar nuestras victorias, identificar virtudes, reconocer nuestras oportunidades de mejora y movilizarnos para potencializarlas, también son formas de vivenciar y optimizar el amor por nosotras mismas. Mientras más sanidad emocional, más capacidad de generarlo.
Te conectamos con las noticias de actualidad y las herramientas que te harán brillar en todos los aspectos de tu vida. Suscríbete al Shiny Newsletter aquí.
Más contenido