Aceite de semilla de uva: un must para regenerar tu piel
El aceite de semilla de uva se proclama un gran aliado. Y lo hace justo cuando parecía que los aceites naturales debían quedar fuera de las rutinas de belleza de las pieles más sensibles o grasas. En cremas o en su estado más puro, la industria de la belleza ya se ha apoderado de todos sus beneficios, comprobando que es una maravilla para quienes precisan de su poder regenerativo y humectante.
Este poderoso aceite es la respuesta para contrarrestar algunas de las problemáticas de la piel más comunes, desde prevenir las primeras líneas de expresión hasta combatir las ojeras. Principalmente por su concentración de omega-6, vitamina E, bioflavonoides, resveratrol y proantocianidina. También porque posee una textura ligera de rápida absorción, que no deja la piel grasa o con sensación pesada.
Descubre todo lo que debes saber sobre el aceite de semilla de uva ahora mismo.
¿Qué es el aceite de semilla de uva?
Es un óleo dorado pálido con aroma suave que se obtiene a través de la extracción de presión en frío de las semillas de la uva o bien, mediante una serie de procesos químicos. Este se distingue por su baja densidad, por lo que logra penetrar hasta la segunda capa de la piel con mayor facilidad, a diferencia de otros aceites naturales.
¿Cuáles son sus beneficios para la piel?
Gracias a su alta concentración de ácido linoleico y a su poderosa cualidad de traspasar hasta la segunda capa de la piel, el aceite de semilla de uva es considerado uno de los mejores tratamientos naturales para humectar, reparar, revitalizar y suavizar la piel.
Por un lado, dichas cualidades ayudan a combatir los radicales libres, previniendo el deterioro cutáneo y, por ende, la aparición de líneas de expresión prematuras y estrías, la pérdida de tonicidad y la resequedad. Mientras que sus propiedades emolientes, calmantes y curativas favorecen a las pieles grasas, pues no obstruye los poros de la piel.
¿Cómo usar el aceite de semilla de uva en nuestro rostro?
Unas cuantas gotas es todo lo que necesitas para revitalizar el rostro en cuestión de segundos. Aquí el secreto es tomarlo con las yemas de tus dedos, frotarlo un poco para calentarlo, facilitando su aplicación sobre el rostro. Haz movimientos suaves pero firmes, siempre de abajo hacia arriba, en contra de la gravedad de la piel. Repite el proceso una vez por semana, especialmente si tu rostro es graso.