¿Has escuchado hablar de la responsabilidad afectiva? Principalmente es un término que se usa frecuentemente cuando se habla de vínculos afectivos. Pero, ¿qué es en realidad? Se define como la capacidad de notar las consecuencias que nuestras acciones pueden tener sobre otras personas.

¿Y qué implica? Al notar las consecuencias de nuestras acciones podemos cambiar nuestras conductas si observamos que estas pueden afectar al otro. Es un término que está muy ligado a la modalidad de vínculos afectivos que pueden establecerse hoy en día. Reconocer que, con nuestras conductas, la otra persona puede ser lastimada.

Un ejemplo de irresponsabilidad afectiva

Dos personas (podemos nombrarlas como A y B) comienzan a salir. De a poco, comienzan a compartir vivencias y hasta sentimientos. La persona A se interesa mucho por la persona B. La persona B de la nada desaparece, deja de responder los mensajes, ya no muestra interés. Esto se denomina ghosting.

En este ejemplo, observamos que la persona B no tuvo en cuenta los sentimientos de la otra persona. Con esto no queremos decir que la persona B debería satisfacer la demanda del otro si esta no parte de su deseo. Pero, sí debería demostrarse responsable al momento de comunicarlo.

¿Cómo podría hacerlo? Siguiendo el ejemplo, si la persona B en lugar de desaparecer, hubiera elegido dialogar con la persona A. Si le hubiera expresado que sus sentimientos cambiaron o que no se encontraba disponible para iniciar una relación. En ese caso, demostraría que es responsable con la otra persona.

¿Cómo ejercer la responsabilidad afectiva?

Cuando establecemos un vínculo afectivo, hay dos personas involucradas. Los pensamientos, sentimientos y conductas de la otra persona pueden afectarnos, al igual que los nuestros.

A continuación, voy a darte algunos consejos para aplicar la responsabilidad afectiva.

  1. Acordando. Expresa lo que quieres y escucha lo que la otra persona tiene que decir para evitar malos entendidos. Muchas veces, por miedo a lastimar al otro, las personas no son claras. Y, en contraposición lastiman por no haber establecido un acuerdo desde el principio.
  2. Reconoce tus emociones: ¿Por qué esto puede influir en el otro? si no sabes qué es lo que quieres, es muy usual que esto afecte al vínculo afectivo. Tienes que ser claro con el otro, pero sobre todo claro contigo mismo. Plantéate ¿Qué es lo que quiero? No es una tarea sencilla, pero es necesaria.
  3. Empatía: La gran aliada al establecer vínculos afectivos. La capacidad de ponerse en el lugar del otro es muy necesaria. Nos permite distanciarnos de nuestra opinión. Alguna cuestión que para nosotros puede ser insignificante, puede afectar al otro. La responsabilidad afectiva implica atender a eso.