Carolina Socías rinde homenaje a Jenny Polanco
La joven diseñadora trabajó de cerca con la insigne modista. De ella recibió instrucciones y, mejor aún, enseñanzas para conducirse incluso fuera de las pasarelas. En este homenaje a Jenny Polanco, Carolina rinde honor a un legado de moda y, sobre todo, de afectos.
Fue una mujer con mucha vitalidad, de carácter fuerte, sin tabúes mi secretos, vivía a su propio ritmo. En los días alegres, arropaba a todos con su energía. Mientras que en los días grises, podíamos sentir que algo andaba mal. Pues así era ella, una mujer muy transparente y fiel a sus sentimientos.
Jenny siempre fue de agenda llena, por lo que sus momentos de ocio los disfrutaba con su gente, siempre presente a plenitud. Disfrutaba mucho bailar. Recuerdo la primera vez que la conocí en una entrevista de trabajo (2012). La segunda vez que la vi fue la noche siguiente bailando son en el Bar Lucía 203 de la Ciudad Colonial. Allí coincidimos en la pista, cada una bailando su tumbao, sin pensar que juntas bailaríamos muchas fiestas.
Muchas veces me preguntaba cómo Jenny había logrado ser tan exitosa en su carrera, siendo simultáneamente madre, la mayor de tres hermanas y madrina de tantos artistas y artesanos. Luego, con los años a su lado, entendí que cuando se trabaja desde el corazón y con constancia, todo es posible.
Jenny abrió su primera tienda en el hotel Sheraton en 1979. En ese entonces, me contó, había tomado un préstamo de sus padres para poder dar el salto y en tan solo un año había recuperado la inversión y saldado el préstamo.
… Se me hace difícil pensar en Jenny en pasado, para mi seguirá presente entre las hojas de filodendron combinadas con aves del paraíso y una que otra heliconia, en el aroma del lemon grass diseñado para sus tiendas, entre las telas, entre la gente que la quiere, en cada mujer que viste con orgullo una pieza de lino con ámbar y baila al ritmo de su filosofía… esa que tanto hablaba de gozar, de estar vivos, de ser auténtica»
El lino fue su lienzo y el blanco su color inspirador
En 1995, nace la primera blusa de blusa de lino y ámbar. Ella siempre contaba que por 10 años tenía la idea de su lino con un toque de ámbar. Pero no fue hasta que pudo conectar con artesanos que trabajaban el ámbar y el textil que pudo lograr la icónica blusa que tanto la representa.
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Sus enseñanzas, mi homenaje a Jenny Polanco
De ella aprendí a estar delante de las tendencias, a crear diseños atemporales, apostar a la intuición, entender al cliente y el mercado, a tal punto, que te permita ofrecer lo que se necesita en el momento que se necesita. Siempre me decía que yo tenía el ADN de la marca más impregnado que ella, y que lo defendía como nadie.
Por décadas, Jenny Polanco construyó lo que ahora se denomina “Moda Sostenible”, hecha con conciencia por manos dominicanas nobles, a quienes ella llamaba su familia, una familia en la que todos eran importantes. Pues para ella cada uno era el mejor en lo que hacía. Sus opiniones importaban, la calidad humana y la sensibilidad de todos permitían que los procesos fluyeran. Como en muchas ocasiones ella nos decía: “No trabajo con mediocres”, siempre empujándonos a ser perfeccionistas como ella. Su patronista, su encargado de taller, la costurera de mano, su chófer y el contable eran los mayores de la familia, pues tenían más de 25 años trabajando junto a ella, construyendo e interpretando todos sus sueños.
Recuerdo imborrable
En lo personal, se me hace difícil pensar en Jenny en pasado, para mi seguirá presente entre las hojas de filodendron combinadas con aves del paraíso y una que otra heliconia, en el aroma del lemon grass diseñado para sus tiendas, entre las telas, entre la gente que la quiere, en cada mujer que viste con orgullo una pieza de lino con ámbar y baila al ritmo de su filosofía… esa que tanto hablaba de gozar, de estar vivos, de ser auténticos. En resumen, esa esencia de la elegancia con alma tropical que siempre vivirá en mí.
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