La cineasta venezolana, Gibelys Coronado, disfruta del éxito de la película que la convirtió en directora, Dos otoños en París, una historia apasionante, que se pasea por prestigiosos festivales y que cuenta con más de 70 premios a la fecha. Graduada en Artes con mención en Cinematografía, y con amplia experiencia en su natal Venezuela, Gibelys se prepara para dejar su sello en nuestro país, donde reside con su pareja, el también cineasta Bhima Gandica. De su debut como directora de cine, su trayectoria y planes, aquí nos cuenta.

 

Gibelys Coronado cineasta en acción

¿Cómo comienza tu historia de amor por el cine?

Desde pequeña veía con mi padre la saga de Star Wars, de George Lucas, y alucinaba con todo lo que sucedía en las películas. Sabía que eran efectos especiales, pero quería descubrir cuál era el truco. Así se despertó mi curiosidad por el mundo cinematográfico. En la secundaria me gustaba escribir historias y protagonizarlas, y cuando lo hacía entraba en un plano desconocido, y eso me gustaba. En la universidad conocí las maravillas del cine, como el guión, los personajes, la cámara, la fotografía, el plano, la toma, y entonces supe que quería dedicarme a hacer películas toda mi vida.

Cuéntanos de tus primeros proyectos.

Uno de los más memorables fue Corpus Cristi, del cineasta venezolano Cesar Bolívar, que trataba sobre los diablos danzantes de Yare. Recuerdo una escena con los diablos en su cofradía bailando y cómo, en algún momento, todo se tornó irreal… la luz, la puesta en escena y las danzas crearon algo mágico. Ahí decidí que quería ser directora porque quería construir esa magia. En la filmación, le pedí al director que me pusiera retos, y un día me llamó para pedirme que hiciera la cámara del plano que se estaba filmando, y a pesar de que estaba muerta de miedo, hice la toma. El director planteó la escena y, después de un ensayo, se filmó y quedó en la segunda toma. César influyó mucho en mí, en cómo quiero hoy contar las historias.

¿Qué es lo que más disfrutas hacer?

Disfruto el proceso de preproducción de las películas, cuando vas a elegir a un actor que aún no sabe que hay un personaje destinado para él. Me gusta también la búsqueda de spots y revivir las escenas en las posibles locaciones. Detenerme en el lugar e imaginar los planos, las acciones, los colores, la luz. Para mí, la mejor parte de hacer una película es el diseño.

Inicios

Háblanos un poco de tu trayectoria en Venezuela y cómo llegas a RD.

Fui asistente de producción en cortometrajes de cuentos de la antología venezolana, luego trabajé en La villa del cine como asistente de producción, asistente de dirección y script. Después de eso, comencé a filmar Dos otoños en París, y luego, mi segunda película, Tango Bar. Un amigo venezolano me invitó a conocer República Dominicana y las producciones que aquí se hacían. Al visitar los estudios cinematográficos quedé impresionada con el nivel técnico de las producciones y el profesionalismo del equipo humano. Me propusieron ser parte, así que, al terminar Tango Bar, en el 2019, vine a trabajar para acá.

¿Cómo se da tu debut como directora?

En el 2017, lo que más deseaba era dirigir. Escribí y dirigí mi primer cortometraje profesional Otro rostro del deseo, que me llevó a participar en distintos festivales. En uno de ellos conocí a un productor que tenía una novela que quería llevar al cine y buscaba un director joven. Me dio una copia y, cuando la leí, descubrí una historia apasionante. Le escribí para compartirle mi impresión y muchas ideas que me surgieron. A él le pareció interesante lo que le dije y me dio la oportunidad de ser la directora. Sabía que Dos otoños en París sería un desafío para mí, y para concentrarme solo en la dirección, me blindé con el mejor equipo de cine que existía en Venezuela. Los reuní y les expuse el paso a paso de la realización de la producción. Me gané el respeto del equipo y la película fluyó de maravilla.

 

 

Siempre me gusta hablar de la mujer y de su tránsito por la vida. Creo que el cine dominicano necesita historias donde la única protagonista sea la mujer”

 

¿Qué hace especial a esta producción?

Su historia es increíble y pasea por todos los géneros: romance, drama, misterio, acción y cierto grado erótico. Todo para dar vida a la terrible historia de una refugiada política en París que huye de la dictadura de Alfredo Stroessner y que luego se enamora profundamente de un estudiante de leyes venezolano en la ciudad más romántica del mundo. Dos otoños en París es exactamente lo que diseñé y me siento orgullosa del producto logrado.

¿Cómo lograste convertirla en realidad? Sé que tuviste un presupuesto muy estrecho con el que lograste mucho.

El tema del presupuesto siempre es una limitante, pero no para la imaginación. Confieso que al inicio fui muy ambiciosa con el diseño, pero cuando me senté junto al equipo a evaluar los números, vimos que existía la posibilidad de hacer la película, pero sin ir a Francia. La única opción que teníamos era recrear París en los estudios de Caracas. Como quería hacer la película, acepté el reto, realizamos un storyboard, diseñamos plano por plano e hicimos muchas pruebas técnicas. Todo parecía que era posible y decidimos filmar. Fue muy complejo, pero lo logramos y estoy complacida con el trabajo.

Cuéntanos del elenco y de los premios que la película ha ganado.

Trabajé con un elenco extraordinario, empezando por la protagonista, María Antonieta Hidalgo, una actriz apasionante, talentosa y muy profesional. El resto del elenco la acompañó con pasión y entrega: Juan Belgrabe, Sonia Villamizar, Raúl Amundaray, Edinson Boorosky. Todos me ayudaron a contar la historia de manera muy honesta, lo que hizo que el espectador conectara de inmediato con la trama y que lograra buena receptividad en los festivales. Llevamos 70 premios en diferentes festivales del mundo, los invito a ver las premiaciones en la página de imdb (www.imdb.com).

Nuevas aventuras 

¿Qué viene ahora? ¿Cómo visualizas tu futuro en el mundo del cine?

Actualmente, sigo haciendo cine en República Dominicana como productora y estoy ampliando mis conocimientos en el área. Vivo nuevas experiencias con diferentes formatos y maneras de hacer cine con talento dominicano y de otras partes del mundo. En paralelo, escribo guiones junto a mi pareja, Bhima Gandica, que también es cineasta, para dirigir y producir próximos proyectos.

¿Qué tipo de película te gustaría hacer en nuestro país? ¿Tienes algún plan “andando”?

Siempre me gusta hablar de la mujer y de su tránsito por la vida. La mujer dominicana es pura inspiración, y sus pasiones y pesares son parte de la nueva historia que escribo. Creo que el cine dominicano necesita historias donde la única protagonista sea la mujer.

 

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